El año de la garrapata

¿Nunca han oído hablar ustedes de las “garrapatas”? ¿Nunca han conocido a una en persona? Seguro que sí.
Efectivamente, todos tenemos algún amigo garrapata –si es que nosotros mismos no lo somos- que, tras acabar los estudios, siempre tiene alguna excusa para seguir en el hogar paterno, “chup-chup”, chupándoles la sangre a sus padres y disfrutando de la vida como tiene que ser, sin preocupaciones y con alegría.
Esta es la historia de Fran, un aprendiz de garrapata, y de su largo camino, de un año de duración, hacia el garrapatismo profesional.
La película comienza cuando Fran llega al inevitable momento de acabar la carrera. A partir de ahí, surge un caudal de dilemas de los que va a depender su futuro. Los primeros trabajos, siempre frustrantes y, en muchos casos, próximos al absurdo; los problemas con su novia provocados por la crisis post-licenciatura; la incertidumbre místico-laboral -¡Aaaah, ¿qué estoy haciendo con mi vida?!-; la lotería de las oposiciones y otras paranoias cotidianas son las que van a traer de cabeza a nuestro protagonista durante el año más intenso de su vida. Un año en el que cada decisión es vital (cualquier paso en falso puede conducirte al abismo o, aún peor, al mundo laboral) y en el que Fran, guiado por su colega Morgan –hijo de ricos y orgulloso teórico del garrapatismo-, aprenderá mucho sobre cómo llegar a la dolce vita de la dependencia paterna.
El Año de la Garrapata es, en definitiva, una hermosa historia de amistad y tesón donde prodesse y delectare se unen con tanta fuerza como la pizza a los pisos de estudiante, como las garrapatas a la billetera paterna.